Soy una vaca y mi nombre es Palmera

Vamos a hablar de esa gente que le pones cinco croquetas en el plato y se come cuatro y media y deja ahí ese mordisquín.

_ Es que no puedo más, imposible.

Le plantas una cacerola diminuta con lentejas y se deja un cazo.

_No me cabe ni otra cucharada, vomito.

O peor…está la tortilla de patata con cebolla y huevos de casa más jugosa del mundo se echa un cuarto y no es que ya no repitan es que sigue allí ta tortilla a la merienda, a la cena, al desayuno (existe algo más delicioso que un cacho de tortilla fría con su café con leche pa desayunar) y oye ni la catan.

Analicemos, esa gente no es Suárez, los Suárez rebañamos hasta el juguillo de la ensalada (lo más rico) o lo bebemos directamente del plato (por eso Felipe se casó con Letizia y no conmigo).
Mari, que no te están mandando bajar a la mina, ni ver una tertulia de Veo 13, no tienes que formar Gobierno con Vox, que es comer y se supone que cosas que te gustan, porque todo está buenísimo, cojonudo, pero dejas restos por todas partes y que pasa entonces que entra en acción la Palmera.

Palmera era una vaca que tenía mi tío Gil y que se comía todo lo que las otras no querían así que entró la dinámica culinaria familiar para denominar al tragaldabas de la mesa (repito: puesto reñido entre los Suárez).

Sí, soy una vaca y me llamo Palmera (rollo Alcohólicos Anónimos). Pero lo vuestro es de juzgado de guardia…solo superable por:

_Como porque hay que comer.

Oooooo esa Mari agonías de

_Esta noche no ceno.

Ooooo

_Mañana a piña.

Te voy a contar un secreto: igual mañana ESTÁS MUERTA.

Qué paciencia, me voy a comer las sobras, y si hay una albóndiga mordisqueada también, que es mi familia, carajo…o el perro, qué más da.