Mi tía Pilarín lleva trabajando desde los 14 años, cuando se retiró y ya tenía a todos sus hijos y nietos encaminados se apuntó a todo: el coro del Hogar, al Banco de Alimentos, sevillanas, patchwork. Lo que nunca tuvo fue mascota porque:
_En una casa que hay perro huele a perro.
Discusión que tiene con mi madre todos los dias porque mi madre por su perra MA-TA y como buena hija de Allerana también es obsesiva de la limpieza y los olores.
Vamos al tema, mi tía para burlar el bloqueo sanitario viene a por la perra y la lleva con ella a pasear.
_Ay, fía, si me para un guardia yo le digo que estoy voltiando al perru y chis pun.
La perrina está adelgazando ya, es un can fit y solo lleva tres días haciendo su labor social. Además, Pilarín le compró una colonia carísima y la bañó. Evidentemente la que se lío con
mi madre fue pequeña.
_Oye guapa, me estás llamando gocha, la mi perrina está limpisina, la baño cada poco y cuando sube de la calle le limpio las patinas y el culo con toallitas de esas de los guajes. ¡Era lo que me faltaba! ¡Va a llamame puta la Zapatones!
_Que no mujer, es que se rebozo en un jardín y me daba rabia devolvértela sucia.
La damnificada, la sufrida Sidra, las observa derrotada en el sofá, sobre su mantita y piensa, acosada por las agujetas:
_Cuando volverán los buenos tiempos. Cuando sólo salía tres veces y con mi dueña no con esta loca que me fumiga.
Pronto, Sidrina, pronto.
Ninguna perrina ni tía han sufrido para redactar este microrelat/desahogo/historieta.
Todo parecido con la realidad es pura casualidad 😏.