Sidmund Freud es un mocetón impetuoso que quiere demostrar en una Viena decimonónica, prima hermana de Gotham, que
puede hipnotizar y curar (es todo más profundo pero paso de hablarte de casas mentales, puertas, catarsis y demás). El personal no está por la labor de creer en sus habilidades: ni sus compañeros de profesión ni su familia.
Se le atraviesa (por supuesto guapa, misteriosa, complicada…una golosina) una húngara médium en el camino que lo enganchará por la mente y por la entrepierna: conspiraciones, asesinatos, hipnosis, mutilaciones y algo de folleteo (menos del que me esperaba para ser Freud el prota) todo espolvoreado con bien de cocaína, Mari, componen ocho capítulos fantasiosos a la par que entretenidos y con mucha información, estate atenta que te pierdes.
Aquí si te quiero reventar la serie en vez de decirte que al final mueren todos más bien «AL FINAL ESTÁN TODOS CUCÚ».
Tienes «Freud» en Netflix desde el 23 de marzo y sí ya la vi y además puse cuatro lavadoras estoy toda ciclada.