Solía empezar la tertulia vecinal con alguna broma, una de las más célebres era comprar una bolsa de pipas y ponerte en la ventana a comerlas, llenar el balcón de la vecina de cáscaras, esperar a
que saliera hecha una furia, armar teatrillo y ya después bajar con la escoba a barrer el estropicio con mucho público.
La sesión cotilleo quedaba inaugurada:
_Cómo estáis.
_Yo bien, con «jota».
_Ah, pues como yo, más jodía que el gobierno.
Al grano.
_No es por criticar…
_No, muyer, nosotras no criticamos: co-men-ta-mos.
_ Pues eso, la del bajo estuvo discutiendo con el su hombre
_ El suyo…más bien el de muchas
_Coño, no me interrumpas que me pierdo, estuvo tiñendo toda la tarde con el puntu y sé de muy buena tinta que hizo las maletas y marchó, como debe de ser, ya estaba tardando.
_Oye, fandango, si abandonó al marido dejó la cabeza en casa porque estoy viéndola yo asomada…
En esos momentos la fachada se caía abajo con las carcajadas y las chanzas y comenzaban las retiradas.
_Yo entro, guapinas, que se me apaga la cocina
_Y yo, que se me escapa la leche.
_Oye, la última que entre que meta la cabeza de la del bajo que el paisano del tiempo dio malísimo.
Y más risas …
Estos días la cuarentena hace que se repitan situaciones ya olvidadas y aunque se recomiendan series de Netflix a gritos o se graban vídeos unos a otros el espíritu es el mismo y oye: presta.*1
*1 Prestar: para los no astures que lo disfrutas en plan popular.