Qué, ya desististe de que tu madre diga coronavirus o eres una soñadora, idealista, tonta del moño como yo.
Empezamos (uso el plural mayestático pero todo lo siguiente es parido por mi madre o mi tía) llamando a ESO el «bicho chino»
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(pido perdón al colectivo asiático en general en mi nombre y el de todas mis compañeras) así, sin miedo.
La geografía y mi madre lo mismo se adoran que odian porque igual sabe que Pernambuco está en Brasil como ubica Alicante en las Canarias así que el «bicho» tuvo nacionalidad múltiple y fue italiano, marroquí, inglés y finalmente yanqui:
– Porque el americano loco, ese desteñido, tiene la culpa de todo, no ves qué cara de faltarle la patatina pa’l kilo tiene.
Después pasó a ser el «confeti 19», y no es porque yo sea una filóloga («filososa» según la mama) de mierda (no pido perdón a mi colectivo tenemos la piel muy dura, la costumbre) es simplemente por cabezonería heredada:
-Mamá, confeti es lo que se tira en los desfiles. Se dice: CO-RO-NA-VI-RUS
-Lo que yo digo: CON-FE-TI.
Eres muy pesada, todo lo que tienes de grande lo gastas de cansina. Como lo de mi válvula «mistral», siempre corrigiéndome.-Se dice válvula MI-TRAL.
– ¿De quién es la válvula, ehhhhhh, fatina? La válvula es mía y la bautizo como me da la puñetera gana.
Qué pena, estudiar tantos años pa llevar la contraria a una madre que tardó cinco días en parirte.Y otra cosa te digo, lo que se tira en las carrozas no es confeti, listuca, son «serpientines».
Qué larga se me está haciendo esta «panderemia» con esta repipi en casa, Virgen del Carmen, saliste toda entera a la raza de tu padre.
Ante argumentos así solo queda callar porque te criaste en los ochenta y sabes ver venir un zapatillazo volador, aunque tengas cuarenta años o setenta.
Pero llega un día que ves ahí a la luz de tus ojos, a ese ser que te dio la vida, relajada, con su cigarro, sus labios pintados, sus ojos soñadores y te mira con cariño, a ti y a tu hermano y dice:
-Os veo muy bien con esto de estar encerrados, a ver si os une más esto del… CO-RO-NA-VI-RUS…
Y miras al cabezón con el que te criaste, y se os humedecen los ojos, y telepáticamente os decís:
-¡Lo logramos! Solo nos costó 7 semanasde nuestra vida, chócala, brother.
Y esa muestra de camaradería fraternal se queda interrumpida porque la reina madre no ha terminado…no, no:
-…que os digo, nenos, que lo del coronavirus DIECISÉIS…
Y los dos a la vez, demudados, vencidos, una vez más por ella que siempre gana o empata:
– ¡Mamá, DIECINUEVE!
– Tranquilinos, ho, mi coronavirus es más joven que el vuestro, que sois unos carcas, antiguos, qué lástima de hijos, Santina de Covadonga.
Nada más que añadir. Que lo llame como le brote del sagrado lugar por el que salí después de cinco días de parto (sin epidural, ehhhhh, apostillaría ELLA), yo tiro la toalla, tiempo muerto, me bajo de la «panderemia».
En otros capítulos
Carta abierta (como la ventana) al mi vecín
Carta abierta al mi vecín II
Carta abierta al mi vecín III
Carta cerrada como mi corazón
Wassap en grupo
Carta abierta a los mis vecinos
Carta al faltosu de «Casa Víctor Manuel»
Imagen destacada: Caricatura en un diario financiado por Qatar: Trump anuncia el estado de emergencia debido al coronavirus (Fuente: Al-Quds Al-Arabi, 16 de marzo, 2020)
2 comentarios sobre “Confeti 19, válvulas mistrales y otras panderemias”