Voy a atravesar la frontera de este «annus acojonantus» escribiendo sobre mi novela preferida, la que me salvó del pozo que todo lector teme: el de la desgana, el de las aguas del despiste, el aburrimiento, el hoyo donde pierdes el hilo…una vez más Almudena es mi talismán y Frankenstein mi príncipe gris.
La pulpa sabrosa de «La madre de Frankenstein» es la historia real de una mujer que poniéndose el mundo por montera decide en la primera mitad del siglo XX tener una hija para crear una súper mujer…claro, falla y se la carga a balazos. Cómo a partir de esta pepita la Grandes construye un episodio más de una guerra interminable con un psiquiatra, una medicación novedosa , un manicomio más de Torcuato que devueltos sobre nidos de cuco, una discípula, el deseo, el amor, y esa Españita que para tantas novelas da a pesar que a muchos les pese.
Mejor libro para esta modesta bibliotecaria del 2020, lo dicho, muchos nos autosaboteamos y nos castigamos, nuestra mente más bien, no permitiéndonos disfrutar del placer de leer, de vivir (eso tan manido de otras vidas) de viajar (a través de la tinta) de correr por ahí sin mascarilla porque en en estas páginas la «panderemia» no existía.
Permíteme que escriba esta entrada como si nunca hubiera dejado de escribir, ni de leer, y como si no estuviera haciendo tiempo para que entre el nuevo año…sé que queréis que pase…yo en parte sí, pero en parte no porque es el último en el que fui la niña de los ojos de alguien y en el que compartí 4 meses 16 días con mi reina madre. Va por ella. Ni un pasito pa’ trás.
Mi caótica biblioteca 
A otro nivel, pero te entiendo, el 2020 fue el último de muchas cosas…
Ayer me pasé la tarde llorando porque quería que acabase y no.
Ya sabes… Somos puras contradicciones
Un achuchón como si no hubiera un mañana
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