Mucho se habla últimamente del síndrome de la impostora, y cómo no, yo lo tengo, no iba a ser yo (yo, yo, yo) menos, carajo.
Te ha pasado, Mari , qué estás hablando y la gente se parte la caja y tú piensas, pues no es pa’tanto la cosa, que te estoy contando que una señora X gritó a su perra por la calle «gorda, ven aquí » y casi voy yo…más que chistoso es humillante, pues la peña se ríe.

Con mis 47 palos (siento joder a mis amigas que se quitan años, pero es lo que hay, ehhhhhh, M.P.L.S. y tú con 8 meses más) sé lo que opina habitualmente la gente de mí. Primera impresión: joder qué grande. Segunda: hostia vaya alto que habla y se ríe y mira raro. Tercera: me pegará (no si no te lo mereces). Cuarta: 50 por ciento, qué graciosa. 50 por ciento. No hay dios quién la aguante.
A quién no le gustaría pensar que el resto del mundo mundial suelta al verte: qué belleza del Olimpo, pero es que cuando faltan tus abuelas y tu madre eso ya no pasa, así que cuando te lo digan escúchalas porque después ya nadie te mirará así.
Vale, a lo que te truje chencha: esta cruz que pesa tanto de ser graciosa y ocurrente y que sea tu mayor donosura es un rollo porque no te permite tener un perfil bajo y tienes que retirarte a un confinamiento pandémico cada vez que te da el bajonazo o una pájara porque o eres todo el rato Eva Hache o te pasas la vida graznando:
NO ME PASA NADA, JODER, TODOS LOS DIAS NO SON NAVIDAD, CARAJO.
Y, encima de sufrir en silencio tus almorranas, tener que ver esos gepetos del personal cariacontecido, andando de puntillas, picándose con el codo y encogiendo los hombros con un grito mudo: A esta que LA pasa (sí, además de insensibles son laístas, no les falta de «na»).
Una vez en Madrid una compañera de curro me dijo que «es que cuando tú estás callada creas mal ambiente, todos estamos tristes». Es justo lo que necesita escuchar una persona con problemas propios, que además genera movidas ajenas. Empatía, dónde estás cuando te necesito.
Todo este «speech» viene porque hoy mi partner in crime vacacional L.S.S. se creía que YO me había inventado el término «glampling» «camping con glamour» y se lo estaba intentando colar sin vaselina ni nada. Qué no soy tannnn espabilada, te lo juro. Tuve que enseñarle el reportaje de «Casa y jardín» donde venía el término para que me creyera, y no la veo convencida, piensa que soy tan bromista que capaz soy de maquetar una movida así, pues no, no soy capaz, ya sé me olvidó, el Qwark Expres (¿se escribe así?) debe de estar descatalogado.
No negaré que todos hemos visto algún descubrimiento o idea que tiene éxito y que tú (y mil más) antes habías pensado (como el cabrón de Juan Gómez Jurado y su «Reina roja» plagada de versos de Sabina, mierda, voy a tener que rehacer mis memorias) pero con «glamping» no es el caso, yo soy más de «empiningcodin» con el culo metido en la swimming pool, más largo y burdo, esas son mis ocurrencias, ese es mi sello, esa es mi verdad.
Pues ya está, otra entrada del blog donde hablo de MÍ, YO, la hija de la rubia….
Esto último es una pista.
Y eso, Mari, que no tengo tanta chispa, que no me paso la vida pensando chistacos ni viviendo situaciones hilarantes, y que tengo derecho a mantener un perfil bajo y esconderme en una esquina, hacerme un bicho bola, hablar bajo, comer, beber y cagar poco…y….ya… no me lo creo ni yo, bueno, pues ríete, a eso he venido a este mundo, puta, a que tú (TÚ, TÚ, TÚ) te lo pases bien.
Y sí, Lorena esto es un «scrunchie»:

No me lo he inventado para metértela doblada y r.eírme de ti. No soy así, al menos todo el rato