Cuando era pequeña (sí, lo fui alguna vez, aunque cueste creerlo no me saco mi madre por su real peseta midiendo uno ochenta, flipa Mari) e iba con la mama determinadas «personas» (generalmente paisanas más viejas que el sol) hacían 99 veces de cada 100 el mismo comentario:
Vieya – ¿Es tu hija?
Reina madre – Sí.
Vieya – Qué pena (cara torcida, ojos entrecerrados, garra en la ajada mejilla) NO SACÓ TUS OJOS.
Aquí las salidas de mi madre dependiendo de su disposición eran varias, aunque su mirada siempre rápida y mortal ya lo decía todo:
Reina madre:
1. Ya.(Tenía buen día)
2. Ya, todo no se puede tener. ( Hocico un poco torcido)
3. Qué carajo le pasa a los ojos de la mi fía, fandango. (Rozando el peligro)
4. Tendrás valor hablar de ojos tú, serán mejores los tuyos: uno mirando pa’la Renfe y el otro pa’l Parque San Francisco, vamos Rosa Mari que hoy me está pidiendo turismo el cuerpo y voy a desmoñar a alguien…
Etiqueta: anécdotas
Las penas con Sansón menos son
Hemos sacado las las drogas duras, Mari, el confinamiento ya nos está tocando el alma y compramos mierda de la buena: vino Sansón. Llámalo nostalgia de tiempos anteriores, llámalo alcoholismo.
Flores de ciudad
Somos caprichosas las flores de ciudad, no nos gusta andar por el campo así a lo loco, mejor que haya un destino, deambular sin un objetivo no se hizo para nosotras.
Chillo mucho que soy de pueblo y es verdad, pero de MI pueblo,
Rincones ovetenses
» Cementerio indio». Mucho cachondeo hubo porque dije que debajo de las casas de la Fábrica de Armas de Oviedo había un cementerio indio….fíjate bien