Un grupo de canadienses que creen que el Apocalipsis está cerca (a Dios pongo por testigo que aterricé en esta peli de Netflix por puñetera casualidad) acuden
a un curso preparatorio durante un fin de semana con un gurú del tema.
Los llevan al refugio del influencer del pesimismo con los ojos tapados y allí aprenden a hacer cosillas necesarias (nada de pelearse por papel higiénico): disparar, fabricar bombas, poner trampas. Todo muy cívico.
La gracia de este film está en las sorpresas y que no cae (demasiado) en estereotipos, tiene un par de giros que lo salvan de la quema y lo alejan de la típica peli de supervivencia entre chifladinos.